miércoles, 26 de agosto de 2009

Enviado especial


Hace alguños años comenzaron a proliferar los diarios gratuitos por todas las grandes ciudades del mundo. Durante los últimos meses han quebrado algunos, pero otros siguen existiendo. Los reparten en las paradas de metro, en las plazas y calles, e incluso en los mismos kioscos.

Recuerdo que en su momento le di muchas vueltas al asunto, porque no comprendía qué sentido tiene regalar periódicos ni con qué se financian. Poco a poco lo entendí: si yo regalo por la calle un folleto de publicidad de Viajes Marsans, quizá alguna persona educada lo recoja y lo deposite en el contenedor de reciclaje de papel. Poco más. En cambio, si reúno noticias de las agencias de prensa y de algunos baratos y voluntariosos colaboradores, y las rodeo de anuncios, podré incluso defender que llevo a cabo un servicio público, ya que informo a la población y fomento la lectura (sic).

A esta conclusión tardé un tiempo en llegar, y antes me limitaba a descalificar estos diarios porque son sensacionalistas y morbosos (que lo son), y porque pienso que si algo lo puedes leer en dos paradas de metro es que no debe de ser muy bueno. (Nótese aquí el uso del ‘debe de ser’ como una suposición, variante que no detallé en el anterior post).

Pues bien, me desdigo de uno de mis argumentos y esgrimo otro en contra de estos diarios gratuitos. Que algo que puedes leer en dos paradas de metro no debe de ser muy bueno es más falso que una moneda de 3 euros: llevo unos cuantos días siguiendo las magníficas crónicas de Ramón Lobo, enviado especial a Afganistán de ‘El País’, tituladas ‘Cuadernos de Kabul’ (http://www.elpais.com/articulo/internacional/Cuadernos/Kabul/elpepuint/20090812elpepuint_7/Tes), y son tan entretenidas e ilustrativas como breves. (Post aparte merecen los artículos de Enric González, quizá los que ocupan menos espacio de todos los periódicos que se publican en España. Pero también los mejores)

Y al mismo tiempo, me sirve para defender que unas crónicas de este tipo no tienen cabida en un diario gratuito, que por su propio modo de funcionar no puede permitirse enviar a un periodista (si es que tiene alguno contratado, claro) a cubrir un acontecimiento especial. O ni siquiera eso. Tampoco disponen de corresponsales. Precisamente en una conferencia de Enric González en FNAC, le preguntaron sobre el oficio de corresponsal y él respondió que es una lástima que esté desapareciendo de muchos periódicos y que seguramente está relacionado con el descenso de calidad y de ventas, porque son precisamente estos corresponsales los que generan ese vínculo entre el periódico y el lector, que lo lee cada mañana en busca de esa visión personal o de esa noticia que no entra en los telediarios. Vaya, de lo que no recogen las agencias.

j.



2 comentarios:

  1. petit lapin de la praire cairote27 de agosto de 2009, 16:21

    Gracias por un nuevo post entretenido y esclarecedor...

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  2. Petit lapin, me alegro de que te haya gustado. Es todo un reto llenar todo el tiempo libre que tienes...
    j.

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