miércoles, 13 de abril de 2011

Léon-Robert de L’Astran


Durante el siglo XVIII, los esclavos eran mano de obra habitual, e incluso moneda de cambio en los negocios de los ricos. Ahora parece aberrante que se traficara con seres humanos de manera tan fría y, sobre todo, aceptada por todos los estamentos, pero antes no extrañaba a nadie. Incluso cuenta la historia que muchos gobernantes del África negra aceptaban que sus compatriotas (si es que se puede hablar de algo así cuando África era sólo un pedazo de tierra que se repartían los europeos) fueran intercambiados como si fueran animales.


Sólo algunas honrosas excepciones se han destacado a lo largo de la historia por oponerse a tan inhumana práctica. Él fue uno de ellos.


Humanista, naturalista e hijo de un comerciante, se negó a participar en el negocio familiar. Su padre, René-Charles de l’Astran-Rochambault-d’Hoyen, hizo fortuna importando cacao de Guinea Ecuatorial, y aprovechaba que los barcos eran amplios para incluir algunos esclavos. Léon Robert de L’Astran, en un gesto inusual para la época, rechazó firmemente el comercio con esclavos: cacao, sí; negritos, no.


Hasta hace bien poco, su historia había pasado bastante desapercibida para los estudiosos, pero Ségolène Royal, natural de la región del Poitou-Charentes, como nuestro héroe, tuvo a bien rescatarle del olvido en un apasionado discurso publicado en su perfil de Facebook en mayo del año pasado.


Lamentablemente, nuestro hombre nunca existió.


Fue creado en la Wikipedia francesa por el Rotary Club de La Rochelle, y su biografía permaneció colgada durante 3 años, hasta que Sego le dio más publicidad de la que necesitaba y un estudiante se interesó por este increíble hombre al que podría dedicar, quién sabe, quizá su tesis, quizá un próximo best-seller. Cuando el estudiante preguntó a un profesor de la Universidad sobre nuestro amigo Léon, y comenzaron a buscar por los archivos de la época, ambos descubrieron que su nombre no aparecía por ningún lugar. Finalmente, se dieron cuenta de que todo había sido una invención.


Wikipedia eliminó la información de su página y Ségolène, evidentemente, eliminó el discurso de su perfil de Facebook. Cosas de la era tecnológica.


j.

martes, 12 de abril de 2011

Domenico Scilipoti

Médico. Especializado en ginecología y obstetricia, con diversos títulos y reconocimientos de centros internacionales. A priori, el currículum parece el de un médico prometedor.

Pero un día decide dar el salto a la política. ¿Por qué? Quizá porque en Italia todo el mundo sabe que los políticos no solucionan los problemas de los demás, sino los suyos propios. Al menos para empezar. Primero es condenado por impago de un proyecto de construcción de un centro médico; alegó que él no había firmado nada, pero un análisis caligráfico demostró que sí, y le condenaron a pagar 200.000€. Después, como parte del consejo comunal de Terme Vigliatore, es denunciado por infiltración mafiosa. (Que levante la mano el primer municipio del sur de Italia que esté libre de pecado...)

Ninguna de estas dos denuncias fue un problema para que pasara a formar parte de uno de los partidos de izquierda creado en Italia como contrapeso a Berlusconi, 'Italia dei Valori - Lista Di Pietro', por el cual fue elegido finalmente diputado en las elecciones de 2008. (Pues eso, que levante la mano...)

Pero claro, los valores no son inamovibles, y menos aún los diputados. En diciembre de 2010, coincidiendo con la votación de la moción de censura al gobierno de Berlusconi, nuestro amigo decidió pasarse al grupo mixto, junto con otros dos diputados, digamos que algo más ‘derechones’, y consiguió que la moción contra Berlusconi no saliera adelante.

Y a partir de ahí, cambio de traje. Junto con ellos creó el ‘Movimento di Responsabilità Nazionale’, de cuyo manifiesto fundacional, en comparación con el Manifiesto de los Intelectuales Fascistas de 1925, explica Miguel Mora, en su magnífico blog ‘Vaticalia’, lo siguiente:

“El texto del programa scilipótico reza así: "Responsabilità Nazionale è il movimento recente ed antico dello spirito italiano". En el manifiesto del 25 se lee: "Il Fascismo è un movimento recente ed antico dello spirito italiano". Un copia y pega casi perfecto.

Más. "Il movimento è intimamente connesso alla storia della Nazione Italiana» (fascistas). Scilipotistas: «Il movimento è internamente connesso alla storia della Nazione Italiana». Para que no se diga que no tiene ideas propias, Mimmo [así es como le llama Berlusconi] cambió un adverbio.

Otro ejemplillo. Scilipoti: "La Patria è la riconsacrazione delle tradizioni e degli istituti che sono la costanza della civiltà". Fascio: "La Patria è pure riconsacrazione delle tradizioni e degli istituti che sono la costanza della civiltà". Eso es creación.

Último. Scili: "Responsabilità è concezione austera della vita". Fasci: "Il fascismo è concezione austera della vita".

Si a esto añadimos que el otro día unos senadores del PDL quisieron abolir de golpe la prohibición de la apología del fascismo, la cosa va quedando más clara.”

Yo, sinceramente, no salgo de mi asombro.

j.

viernes, 8 de abril de 2011

El ser humano... es extraordinario!


Hace tiempo que tengo pensado escribir algunos posts sobre personajes bastante curiosos que he ido conociendo últimamente. Como me encanta estrenar secciones que luego acaban en nada (recuerde el avezado lector la sección 'Atentados ortográficos'), ahí voy con otra: Biografías curiosas. No, no me he estrujado mucho los sesos. Lo sé (sos).


Aquí va el primero de ellos: Steven Bradbury.


Nacido en octubre de 1973 en Sidney, por alguna razón que Internet no me ha permitido descubrir, decidió dedicarse al patinaje sobre hielo. Misterioso interés, tratándose de un país que es más famoso por surferos y por su particular estilo de jugar a fútbol. No por sus deportes invernales. Seguramente él era bueno, porque ganó varios campeonatos nacionales, pero influyó la falta de competencia para conseguir entrar en el equipo olímpico australiano.


Participó en algunos campeonatos mundiales y Juegos olímpicos, con suerte desigual, y en 1995 otro patinador le pasó por encima del muslo y le seccionó la pierna. Perdió 4 litros de sangre. Se recuperó y participó en más carreras. Hasta que en el año 2000 tuvo otro accidente durante una carrera. Trataba de esquivar a otro patinador y chocó contra la valla. Dos vértebras fracturadas, clavos en el cráneo, tornillos y placas en el pecho y en la espalda. Parecía el final de su carrera.


Pero volvió a patinar. Con tanta dedicación, que llegó a competir en los Juegos Olímpicos de Salt Lake City en el 2002. Lo que allí consiguió es mejor que lo veáis. Aquí. (Pongo un enlace en italiano para que se entienda más o menos.)


Competía con campeones y medallistas de todos los países. Y ganó. Consciente, eso sí, de sus limitaciones: "Obviamente no fui el patinador más rápido. No tomaré la medalla por el minuto y medio de la carrera que que gané, sino por la década de trabajo duro que he tenido".


Porque hasta los perdedores tienen su minuto de gloria. Y su frase para la posteridad.


j.

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