martes, 14 de septiembre de 2010

Dos días en la vida de Anónimo j.

- Domingo, 22:30h.
Llegamos a casa, después de más de 6 horas de viaje desde Fitero. El viaje ya es de por sí cansado, y además encontramos caravana. Si a ello le añades que hemos de hacer ruta por la ciudad para devolver a los acompañantes, y luego la logística propia de quien no tiene aparcamiento en casa y debe devolver el coche a un barrio con zona verde, la cosa se complica.

- Lunes, 6:20h.
Suena el despertador, y duermo tan pegado al borde, que, del susto, me caigo. Rodillazo al suelo, golpe con el brazo en la mesilla, codazo en la cara, casi cae la lámpara, "no, no enciendas la luz que se despertará, ya, ¿pero y si estás sangrando? Da igual, sal, que no será tan grave."
No, no lo era.

- Lunes, 10:30h.
Pensar que has de dedicar todo el día a leer dos tochos de 200 páginas para evaluarlos y buscar elementos que te hagan decidirte por uno u otro proyecto, reconozcámoslo, no es muy alentador. Bocadillo delante del ordenador, y a seguir leyendo, porque hay que tenerlo listo para ya!!!

- Lunes, 15:45h.
Lo siento, no he sido capaz de acabarlo. Me voy a casa a comer algo, porque el teclado está un poco duro.

- Lunes, 17h.-18:55h.
Estoy hasta el gorro de ver ese chorretón en el suelo. Creo que es hora de fregar.

...

"Mierda, si he quedado a las 19:05h... ¿Quién me mandaría empezar? Anda, ¿y cómo llego ahora a coger la bolsa si he fregado todo el suelo?"

- Lunes, 20:19h.-20:21h.
Entre el "Vamos, que sólo quedan 6 minutos", que nos grita el tipo cachas del gimnasio que nos trata como si fuéramos ganado y el "Vamos, va, vamos, que aún quedan 4 minutos, eh!!", se agolpan en mi mente los siguientes pensamientos: "Creo que voy a vomitar", "¿a quién se le ocurre comer tanto a las 16:15h.?", "sí, voy a vomitar", "¿y si estiro del pelo a la chica de delante para distraer la atención y que este tío deje de torturarnos?", "ah, no, mejor: ahogaré a esta viejecita", "podría ser mi abuela", "¿y por qué narices parece más fresca que yo?", "no te preocupes, Jorge, seguro que ella no se ha pasado la tarde limpiando".
- Martes, 06:30h.
Recién levantado, voy con los ojos aún cerrados a prepararme el desayuno, y de repente algo se mueve, reptando, desde la habitación del ordenador hasta debajo del lavavajillas. Grito irrefrenable de pánico y rápido brinco a la encimera. No, no es que me den miedo los bichos; es que soy un hombre informado, asiduo de Informativos Telecinco, y sé que puede tratarse de una serpiente pitón. No sería el primer caso en los últimos días.
Después de 3 minutos de reflexión y de análisis de la situación, decido que lo mejor es cambiar mis costumbres matinales. Ágilmente, saco todo lo necesario de la nevera, y preparo el desayuno desde la mesa, al otro lado de la encimera.
Luego desayuno sin tocar con los pies en el suelo, y revisando cada dos minutos si alguna sombra se mueve en el suelo. Mi propio pie me asusta unas cuantas veces.

- Martes, 11:15h.
Me meto entre pecho y espalda un bocadillo de jabalí con pistachos. Porque yo lo valgo. Celebremos que he acabado lo que empecé ayer.
- Martes, 11:50h.
A la vuelta, recibo una gran noticia. LA NOTICIA. Sonrisa delante del ordenador e intercambio de correos en busca de información.
Moraleja: lo que mal empieza... siempre acaba.
j.

3 comentarios:

  1. Dime que NO tienes ratones en casa... no te lo deseo!

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  2. Gracias por tu preocupación, Bigmouth, pero los ratones no han sido nunca una opción, porque no cabrían por debajo del lavavajillas. (Puedo decir esto gracias a mi enorme conocimiento sobre los ratones, claro.)
    Si lo fueran, por cierto, sabes que habría vendido el piso y volando en estos momentos hacia las Maldivas, por ejemplo.

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  3. Ay, qué bonito es el amor. Prefieres desangrarte que despertarla. Y la noticia que te da, acaba con el principio de tu mala semana!!!
    El post me ha encantado, da gusto reirse un poquito al empezar el día. Gracias.

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